El pasado manto de ébano, adherente, tachonado de brillos como por capricho de un niño gigantesco quetodo lo contempla porque nunca duerme...Bolsas de neumáticas plumas besando a destellos de veloces patas la negrura asfáltica, como gatos en exten-dida orgía, en palacios de cinc y estrellas, en recámaras de cardos de cornisa con ornamentos de cinta de cassette confundida en erótico abrazo con el cuerpo de los cables de las voces ocultas.Los mendigos y los perros, en recovas entibiadas por la grasitud de las latas de tizne y la solidaridad de un pasa-do de abandonos, se arropan, entre borrachos y tristes, bajo la agujereada negrura de los escaparatescerrados, tapiados por la chapa rugosa como un golpe.No es cierto que la ciudad duerme.Se mece, chocarrona, pollera levantada hasta las sienes, mostrando un profundo paisaje de parques, casillasgimiendo de placer, árboles congelándose de brisa y oficinas echadas de bruces bajo el peso penetrante delcuerpo del olvido.El tableteo de las escaleras, el maratón de muertos mal olvidados preñando la Peatonal Córdoba, los partidoscasi secretos que llenan, en silencio, los estadios deNewell’s y Central de enfervorizadas sombras, el compor-tamiento irracional del aire que olvida las estaciones y permite aquel viento artificial, la célebre lluvia horizontal que hace recuperar el cabello a los calvos y perder el virgo a las putas, las procesiones en las que se enarbolan aparatos de pájaros de gimnasia: no es cierto que todo duerme.Sólo la noche.

FUENTE: "Selección de Poemas"
Subsecretaría de Cultura
Municipalidad de Rosario

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