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Mariano Grandoli
(Subten. abanderado)

     Mariano Grandoli era un adolescente que hacía poco había dejado las aulas cuando supo que el 13 de abril de 1865 una flotilla paraguaya había atacado a dos naves argentinas en el puerto de Corrientes, y que un aguerrido ejército había entrado casi sin resistencia al territorio nacional.

     No hacía falta más para que aquel chico corriera al cuartel de la Guardia Nacional a pedir un puesto en las fuerzas que con seguridad marcharían a campaña.

     Su madre procuró impedírselo, pero ni ella ni el propio coronel José María Avalos lograron que desechara la idea de convertirse en voluntario.

     Como era el más joven entre los candidatos a oficiales, lo nombraron subteniente abanderado, y pocos días más tarde lucía orgulloso el uniforme del Batallón 1ro de Santa Fe.

     El 8 de julio, la unidad salió a campaña, y cinco días más tarde, al llegar a Concordia, el presidente Bartolomé Mitre arengó a los rosarinos y le escribió al ministro de guerra para decirle que lo había impresionado la marcialidad de aquel cuerpo de milicianos.

     Luego de largos días de marchas y de prolongadas demoras para organizar el Ejército, las tropas argentinas cruzaron hasta el Paraguay.

     Grandoli era incansable en el servicio y en los sueños de la gloria.

     "El libro de órdenes generales" del batallón señala puntualmente el cotidiano quehacer del subteniente.

     De pronto, luego de presenciar a distancia los combates que libraban otros regimientos, el 1ro de Santa Fe entró en lo más recio del fuego en la batalla de Tuyutí (24 de mayo de 1866).

     Marianito como lo llamaban sus superiores, hizo tremolar bizarramente la enseña bordada por las señoras y señoritas rosarinas.

     Hubo otras acciones de guerra hasta que el 22 de setiembre de 1866 se ordenó el ataque de las inexpugnables trincheras de Curupaytí.

     El día anterior, al contemplar las imponentes defensas, Grandoli le había escrito a su madre: "Mañana seremos diezmados por los paraguayos, pero yo sabré morir por la bandera que me dieron".

     El batallón fue designado como vanguardia de todo el Ejército Argentino y las balas dieron pronta cuenta de oficiales y soldados.

     Las unidades de infantería se apiñaban en procura de alcanzar la cima del baluarte y eran deshechas una a una. Mariano hacía flamear con energía el pabellón, pero cayó acribillado por los proyectiles enemigos.

     Cuando se ordenó la retirada, el emblema estaba destruido y sus franjas manchadas con la generosa sangre del muchacho.

     Hoy se encuentra en el Museo Histórico Provincial Dr. Julio Marc.

     En una placa de bronce, se transcribe la carta que el coronel Avalos le dirigió días más tarde a un vecino de Rosario: "Hecha pedazos como está y manchada con la sangre del intrépido subteniente 1ro de bandera don MarianoGrandoli, tal vez no la conozcan más las distinguidas señoritas que la trabajaron...", y concluía pidiendo que les dijera: "No se olviden de los que quedaron en Curupaytí, que tal vez ellos ese día recordaban de ellas por el tanto arrojo que hubo".

     Los restos de Grandoli no pudieron ser rescatados y quedaron en la trinchera, como los de tantos argentinos.




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